📚 2 minutos de atención

¿Eres emprendedor, vendedor o licenciado en marketing?

Si es así quédate, porque lo que voy a contarte te interesará.

Te pongo en situación. Tú, una sala con todos tus jefes juntos (o con inversores, si eres tu propio jefe).

Tienes 5 minutos para convencerles de que has tenido la idea del siglo.

3, 2, 1… Inicia tu presentación.

Comienzas explicando por qué tu idea cambiará el mundo. Qué necesitáis para llevarla a cabo, cuánto presupuesto es necesario.

Vamos, un discurso de 10. Hasta Tony Robbins estaría orgulloso.

Pero a los 2 minutos… Ay, a los 2 minutos.

Sin darte ni cuenta perderás la mitad de la atención de la sala.

Y un minuto después, la otra mitad.

¿Por qué? ¿Has hecho algo mal?

Sí… Y no. La culpa, como casi siempre, la tiene Hollywood.

Porque si algo nos ha enseñado es que las historias perfectas no existen. Siempre, SIEMPRE sale algo mal.

Y en eso estarán pensando. En los 50 posibles sucesos que destruirían tu propuesta.

Y en que tú, o no los has visto y eres un ingenuo, o los has visto y eres un estafador.

Sin atención y con la sala entera odiándote. No creo que tengas una segunda presentación.

Por eso necesitas evitar que pase.

¿Cómo hacerlo?

Rebobinemos. Llevas 1:59 minutos, tu público comienza a tensarse.

Justo en este momento, tendrás que hacer algo que yo siempre deseo hacer:

Adelantar la película. Saltarte la parte donde Noah y Allie rompen e ir directamente a cuando todo acaba bien.

En el caso de tu presentación:

“Mirad, he hallado que el proyecto podría encontrarse con X e Y obstáculos. Os traigo una propuesta de resolución para cada uno.

Si consideráis que podría resolverse mejor o que hay más que no hayamos identificado, estaremos encantados de escucharlos.”

De repente, cuando todos te tenían por ingenuo o estafador, pasas a ser alguien previsor e inteligente.

Con visión de futuro y los pies en la tierra junto a su proyecto. El público recupera la atención. Ganas un poco de su confianza, de su credibilidad en ti.

Y todo esto con una simple acción.

Porque, al fin y al cabo, a todos nos encanta Hollywood.

Y si algo amamos más que una historia perfecta, es una historia imperfecta que acaba bien.

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"The 3 minute rule", por Brandt Pinvidic

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