Imagina esto:

Un neandertal pasa el día cazando para su tribu, observando bisontes durante sus cacerías, admirando su fuerza y majestuosidad...

Luego, bajo la luz tenue de una fogata, con su paleta de colores hecha con tierra y sangre de mamut, decide pasar la tarde trazando líneas en la pared de su cueva, dibujando al animal.

No se preocupa por el legado ni por si su arte será apreciado miles de años después en una galería de arte pretenciosa... que va.

Ese tipo, en realidad, lo único que quiere es... ¡dibujar un sencillo bisonte en la pared!

Al pintar esos bisontes, no busca la aprobación de nadie, ni siquiera de su propia tribu. Para él, el acto de crear es una forma de vivir plenamente, de estar en sintonía con su entorno.

Y lo hace porque le da la gana, porque disfruta de la simple y humilde acción de pintar

¿Y nosotros? Pues aquí, como supuestos humanos modernos y avanzados, pero viviendo en una época donde el valor de una experiencia se mide por los cumplidos, las alabanzas, los aplausos y la cantidad de "likes" que recibimos.

“Miren lo que hice”. “Miren qué bueno soy en esto”.

“Mira-mira, mira-mira, mira-mira”

En algún punto de la evolución nos convencimos de que cada acto creativo debía tener un propósito grandioso

Viviendo en una existencia superficial comparada con la autenticidad del neandertal de Altamira, pintando hermosas imágenes con los dedos.

Y es que, en esa cueva oscura donde sólo está él, la luz de la hoguera, el olor a búfalo asado, y su dedo índice lleno de pintura —muy lejos de la presión que existe en las redes sociales y de la constante necesidad de validación—, existe una verdad más grande.

La verdad de que el valor de la creatividad no está en su reconocimiento, no está en el resultado final…. Sino que está en el acto mismo de crear.

Al final del día, el artista es aquel que no puede dejarlo

Aquel que, aunque nadie lo observe ni lo reconozca, continúa haciendo lo que ama.

Ese que entiende que su arte es tanto su impulso como su premio, y que el simple hecho de no poder quedarse quieto es su mayor recompensa.

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Pepita de hoy de: "Sigue adelante", por Austin Kleon

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Te mando un abrazo desde la luz de la hoguera.

¡Mantente siempre aprendiendo!

Correo presentado por Charlye Dem.

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