📚 Eres lo que te dices

La relación más larga de tu vida ❤️

¡Hola de nuevo! Hoy es un buen día, porque la pepita que te traemos va a cambiar tu relación más importante.

Y no, no me refiero a tu relación amorosa. Ni siquiera a tu relación con tu madre. Me refiero a la que tienes contigo mismo, porque a veces es la más dura. ¡Veamos por qué!

Tiempo de lectura: 4 minutos, lo que tardas en decirte 3 frases positivas

Pepita Número 49: Eres lo que te dices.

Tenemos que aguantarnos a todas horas. No digo tú y yo, digo tú y tú. Porque no hay nadie más con quien estés obligado a pasar las 24 horas de tu día durante toda tu vida 😓

A veces esta relación se hace pesada. Nos molesta lo que hacemos mal, nos enfadamos con nosotros mismos o nos atacamos. Y está tan normalizado que no nos damos cuenta de que no tiene sentido.

Hagamos una prueba (Alerta: no me odies ni te lo tomes en serio, que es un juego): Eres estúpido, no vas a llegar a nada en la vida, hueles raro y encima te gusta la pizza con piña.

¿Qué has sentido? Quizá ganas de pegarme, es normal. Pero… ¿te has dado cuenta de que tú te dices todo eso y más? (lo de la pizza igual no) Si fuese cualquier otra persona quien te lo dice, cuidado, pero como te lo dices tú no pasa nada.

Siento decirte que sí pasa: puede que no te pegues a ti mismo, pero es aún peor. Estás siendo tu mayor enemigo.

Hablarte de esa manera solo te lleva a generar peores emociones y a crearte limitaciones. Y aún te quedan muchos años de convivir contigo mismo, lo mejor es llevarse bien. “Pero a veces me da resultado hablarme así, como que me activa”, dirás. Lo sé, pero te pueden activar otro tipo de mensajes sin la necesidad de insultarte.

📝 Te voy a proponer deberes. Lo primero es contar cuántas veces te hablas de malas formas durante varios días. Puedes llevarte un cuaderno y apuntar cada vez que suceda y en qué situación. Y cuenta también las positivas, para comparar.

Una vez sepas cuánto y cómo te pasa, podremos darle solución. Todos esos insultos y mensajes negativos que nos digamos, los cambiaremos a mensajes “neutros”, ni buenos ni malos. Por ejemplo, en vez de decirte “eres estúpido, vaya punto has fallado”, prueba a “podía haberlo hecho mejor, me concentraré más”.

El mensaje en ambas frases es similar, pero el tono lo cambia todo. Es más probable que el siguiente punto lo hagas mejor con la segunda, porque la primera solo te cabreará más contigo mismo.

Pero vayamos aún más lejos. También vas a cambiar todo lo que ya te digas en tono “neutro” a positivo, y todo lo positivo, a ultra positivo. Súbele una escala a todo. Por ejemplo: “no sé si podré hacerlo” a “si me esfuerzo lo conseguiré”, o “estoy feliz” a “estoy mejor que nunca”. ¿Por qué?

Imagina tener un amigo que te hablase así. Lleno de energía, de entusiasmo y sólo diciendo cosas positivas sobre ti o sobre la vida. ¡Qué maravilla! Darían ganas de irse a vivir con él. Al final te transmite su energía y positivismo y sales de charlar con él totalmente renovado. Pues imagina que ese amigo eres tú mismo; piensa en todo lo que te puedes aportar.

Practica estos ejercicios poco a poco, que te llevarán unos días. Pero te recompensarán; al final, quienes afrontamos las consecuencias de cómo nos hablamos somos nosotros mismos. Mejor que sean buenas consecuencias.

También puedes aplicarlo con los demás para mejorar el resto de tus relaciones. Las buenas palabras nunca están de más. 😄

Además, lo que decimos a otros puede afectarles, y mucho, a sus propios resultados. ¿Quieres saber cómo? En esta pepita te lo explicamos: El éxito de tu mejor amigo depende de ti.

Pepita extraída por Iván F.G.

¿Te reenviaron este correo? Regístrate aquí para recibirlos directamente